La lluviosa mañana romana se tornó de pronto en una jornada de sol cuando el Papa Benedicto XVI se asomó a la Plaza de San Pedro para presidir la oración del Ángelus, durante el cual recordó que la peor enfermedad es la ausencia de Dios.
Al comentar el Evangelio del Día -la curación de la suegra de Pedro-, el Pontífice recordó que el amor de Dios se manifiesta en las numerosas curaciones que Cristo realizó en vida, y que se prolonga en la acción caritativa de la Iglesia en todo el mundo.
“Jesús no deja dudas: Dios es el Dios de la vida que nos libra de todo mal. Los signos de esta potencia de amor son las curaciones que realiza: así demuestra que el Reino está cerca, restituyendo a los hombres y mujeres su plena integridad de espíritu y de cuerpo", dijo el Santo Padre.
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